Sumampa acaba de incrementar notoriamente su inventario de sitios sorprendentes con los cuales planea organizar todo ese patrimonio cultural, histórico, geográfico y arqueológico, todo articulado alrededor del Camino Real como eje, de manera de recuperar todos esos atractivos turísticos y organizarlos en un itinerario completo.
Publicado el 23/03/2015 - A sitios de increíble belleza y de indiscutible importancia cultural y científica, se agregan algunos tan increíbles como sorprendentes: un presunto túnel entre la iglesia jesuítica y el cementerio en Villa Quebrachos (supuestamente, como medio de escape ante eventuales ataques de aborígenes); sitios arqueológicos con indescifrados pictogramas; vestigios de toda una red ferroviaria, de un tren a vapor de trocha angosta de uso minero; antiquísimos cascos de estancias de admirable belleza arquitectónica que le confieren a aquellos sitios en que se hallan enclavadas cierto aire de misterio o que incluso encienden la curiosidad por conocer quién vivió allí o qué historia las rodea, como las estancias La Clemira y la de la hija del Coronel Fernández, legendario caudillo de la zona, que ayudó al Gobierno provincial a mantener a raya a los belicosos aborígenes de esta parte de la provincia.
Sitios de leyenda
Ubicada a 7 kilómetros al sur de la ciudad de Sumampa, se encuentra la estancia La Clemira (de 1986), propiedad del Dr. Felipe Rojas. Representa un fiel testimonio del pasado originario y estanciero, a la vera del Camino Real. Entre las Sierras de Sumampa, este sitio se llamó originariamente Tacanitas, hoy conocido como La Clemira. Como todas las construcciones importantes de la época, fue levantada en una zona alta del terreno, por lo que domina una gran extensión de lugar circundante. Tenía tres edificios principales, para alojar a los viajeros, una pulpería y un sector de caballerizas. Está rodeada por un alto muro, seguramente para repeler los frecuentes ataques de los aborígenes guerreros.
Estancia
Una estancia hallada en esta zona, es la que le mandara a construir a su hija el coronel Juan Manuel Fernández y que hoy pertenece a una empresa privada en plena serranía sumampeña. Aún no se la puede considerar un sitio turístico, ya que sus actuales propietarios están enfocados en la explotación ganadera exclusivamente, según precisaron, aunque está en la voluntad del municipio contactarse con ellos.
La construcción es delicada, pero de imponente arquitectura y la reconstrucción total que le realizaron le hace justicia. Con reminiscencias clásicas y europeas, sirvió de hogar a la descendiente del caudillo de la zona, pero guardando ciertas características que la ayudaran a preservar a sus moradores en caso de sufrir el avance de tribus enemigas. En este caso, es el techo de la casona el detalle curioso, ya que sería de una profundidad aparentemente inusual su terraza, la que se habría empleado como refugio y para repeler cualquier ataque desde este punto elevado y a buen resguardo.
Otros lugares que se están documentando para formar parte de este circuito son los propios bañados de los ríos Dulce y Utis, los cuales ahora se hallan inundados y repletos de especies acuáticas y aves tanto locales como migratorias. En la localidad de Paso de Oscares perdura una pulpería que don Shisha Medina explota desde hace 21 años, y que anteriormente perteneciera a la familia Ibáñez.
En el caso del túnel entre la Iglesia y el cementerio de Villa Quebrachos, su presencia es evidente, ya que con el simple método de dar fuertes pisotones en el suelo se percibe lo hueco que hay debajo de la superficie. Sólo falta ubicar los extremos de las entradas y salidas. Al menos en el cementerio está ubicado un posible acceso debajo de una tumba en el mausoleo de mayor tamaño, donde se puede ver un pequeño subsuelo, aunque está pendiente su exploración.
Otro sitio poco difundido o conocido casi exclusivamente por los lugareños es la caza del pozo, en el vallecito de Sumampa Viejo. Se supone que un pozo de grandes dimensiones hallado en el lugar fue la base de una vivienda de aborígenes, que se completaba hasta el techo con materiales vegetales de la zona. También están las ruinas de lo que sería el Fuerte de Abipones (1830); las de la casa del Capitán Cosme Porra (1860); y las de la antigua posta de La Lagunilla.
También atrapa la sorprendente historia de la mina de oro que unos hermanos españoles explotaron luego de hallar un mapa confeccionado por los jesuitas y que les brindó el sitio donde supuestamente se podría extraer el metal. Aunque el cerro fue horadado, las cantidades halladas habrían sido ínfimas y la empresa resultó un fracaso.
Además, nunca pierden su encanto tampoco sitios como el cerro de la Cara del Indio, que de un flanco ofrece un perfil como de una persona joven y del otro el de un hombre anciano. El antiguo seminario Yayay Huasi (Casa de Dios, en quichua) es una locación bellísima e ideal para recuperar y atraer turistas.
Sitios de leyenda
Ubicada a 7 kilómetros al sur de la ciudad de Sumampa, se encuentra la estancia La Clemira (de 1986), propiedad del Dr. Felipe Rojas. Representa un fiel testimonio del pasado originario y estanciero, a la vera del Camino Real. Entre las Sierras de Sumampa, este sitio se llamó originariamente Tacanitas, hoy conocido como La Clemira. Como todas las construcciones importantes de la época, fue levantada en una zona alta del terreno, por lo que domina una gran extensión de lugar circundante. Tenía tres edificios principales, para alojar a los viajeros, una pulpería y un sector de caballerizas. Está rodeada por un alto muro, seguramente para repeler los frecuentes ataques de los aborígenes guerreros.
Estancia
Una estancia hallada en esta zona, es la que le mandara a construir a su hija el coronel Juan Manuel Fernández y que hoy pertenece a una empresa privada en plena serranía sumampeña. Aún no se la puede considerar un sitio turístico, ya que sus actuales propietarios están enfocados en la explotación ganadera exclusivamente, según precisaron, aunque está en la voluntad del municipio contactarse con ellos.
La construcción es delicada, pero de imponente arquitectura y la reconstrucción total que le realizaron le hace justicia. Con reminiscencias clásicas y europeas, sirvió de hogar a la descendiente del caudillo de la zona, pero guardando ciertas características que la ayudaran a preservar a sus moradores en caso de sufrir el avance de tribus enemigas. En este caso, es el techo de la casona el detalle curioso, ya que sería de una profundidad aparentemente inusual su terraza, la que se habría empleado como refugio y para repeler cualquier ataque desde este punto elevado y a buen resguardo.
Otros lugares que se están documentando para formar parte de este circuito son los propios bañados de los ríos Dulce y Utis, los cuales ahora se hallan inundados y repletos de especies acuáticas y aves tanto locales como migratorias. En la localidad de Paso de Oscares perdura una pulpería que don Shisha Medina explota desde hace 21 años, y que anteriormente perteneciera a la familia Ibáñez.
En el caso del túnel entre la Iglesia y el cementerio de Villa Quebrachos, su presencia es evidente, ya que con el simple método de dar fuertes pisotones en el suelo se percibe lo hueco que hay debajo de la superficie. Sólo falta ubicar los extremos de las entradas y salidas. Al menos en el cementerio está ubicado un posible acceso debajo de una tumba en el mausoleo de mayor tamaño, donde se puede ver un pequeño subsuelo, aunque está pendiente su exploración.
Otro sitio poco difundido o conocido casi exclusivamente por los lugareños es la caza del pozo, en el vallecito de Sumampa Viejo. Se supone que un pozo de grandes dimensiones hallado en el lugar fue la base de una vivienda de aborígenes, que se completaba hasta el techo con materiales vegetales de la zona. También están las ruinas de lo que sería el Fuerte de Abipones (1830); las de la casa del Capitán Cosme Porra (1860); y las de la antigua posta de La Lagunilla.
También atrapa la sorprendente historia de la mina de oro que unos hermanos españoles explotaron luego de hallar un mapa confeccionado por los jesuitas y que les brindó el sitio donde supuestamente se podría extraer el metal. Aunque el cerro fue horadado, las cantidades halladas habrían sido ínfimas y la empresa resultó un fracaso.
Además, nunca pierden su encanto tampoco sitios como el cerro de la Cara del Indio, que de un flanco ofrece un perfil como de una persona joven y del otro el de un hombre anciano. El antiguo seminario Yayay Huasi (Casa de Dios, en quichua) es una locación bellísima e ideal para recuperar y atraer turistas.
Marcelo Alfaro
El Liberal
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